El primero de julio


este texto lo escribí y nunca lo terminé ni publiqué, pero vale la pena lanzarlo, tenía inquietudes importantes para mi, y el resultado creo que no estuvo muy fuera de lo que esperaba, es chistoso ver lo que uno pensaba en el pasado no tan lejano.

Ya estamos a la vuelta de la esquina de concluir un proceso electoral que va a pasar la historia por muchas cosas, entre ellas la gran desconfianza de una buena parte del electorado, por otra el papel tan importante de las redes sociales, los debates no solo “oficiales” sino uno muy importante organizado por una red social formada en twitter, etc, etc.

Para muchos como yo, gran parte de la expectativa se centra en observar la cantidad de fraude que se intente ejecutar el día de las elecciones.

No preocupa mucho realmente la cantidad de gente que se deje comprar el voto, propiamente es ilegal, pero la verdad es que si alguien es tan tonto como para venderlo en serio (en vez de simplemente aceptar el dinero y votar por quien se le antoje) pues no podemos hacer mucho, el país tendría al gobernante que merece (si es que ganara).

Personalmente me parece mucho más importante el tipo de fraude que mete boletas a las urnas, ya hemos visto una buena cantidad de boletas “duplicadas por error”, y otro tanto de boletas que ya tienen seleccionado el candidato. Por otro lado está el intervencionismo de FCH, pero es la fórmula que su predecesor instauró, el presidente hace campaña electoral de manera oficial, claro que van a decir que no es cierto, pero vamos, no nos chupamos el dedo.

Una cosa que es complicado de entender es cómo la gente con tendencias derechistas puede anteponer esos ideales al bienestar del pueblo, esa actitud de “mientras yo esté bien, no hay problema” es terrible, principalmente porque nadie tiene la seguridad de que va a estar bien dentro de unos meses, la clase media en este país ha ido desapareciendo lento pero seguro.


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